sábado, junio 28, 2008

UNA TESTIGO CON IMAGINACIÓN DE PELÍCULA


En el caso que, injustamente, tiene como protagonistas a los Presbíteros Antonio Martínez y Ricardo Latorre se han producido novedades de ultimo momento. Y es que en el marco de las declaraciones, el jueves 26 de junio declaró una testigo que aportó un testimonio que se le escapó a cualquier autor de libros como puede ser el autor de "El código Da Vinci" o el autor de "El nombre de la Rosa".
Palabras como:
"Ellos me decían que eran mis dueños"
"Me obligaban a raparme y a aparentar que estaba enferma"
"Solo tenían el propósito de juntar dinero"
"Me autorizaron a los votos, aún siendo menor, pero pensé que era un plan para matarme"
"Ponía mis manos sobre el fuego y dormía en el suelo utilizando sólo una sábana"
"Un sacerdote se presento ante mí con un guardaespaldas"
"Me hacían tramitar el dinero en diferentes bancos"
Lavado de cerebros, Flagelaciones, manejo de las personas y grandes cantidades de dinero, Complot de la Iglesia, Encubrimientos, etc. y muchas afirmaciones que parecieran estar sacadas de los libros de Dan Brown y de Umberto eco. Es que la imaginación humana nos puede llevar a estas cosas, pero cuando una persona cree que lo que su enfermita cabeza ha construido como ficción y lo mezcla con lo que ha vivido o creído vivir se convierte en una arma peligrosa de decir mentiras y calumnias sin límites. Ese es el problema de esta pobre mujer, que los que la están acompañando son un abogado ateo y un investigador de sectas con un decidido compromiso de perseguir a la Iglesia, además de "La Arena" y "El diario" los medios gráficos que se saborean cuando se trata de ridiculizar y condenar a la Iglesia, al Obispo y los Sacerdotes en general. Con estas pruebas sería mas fácil desacreditar la Institución, aunque no importa que se esté utilizando a alguien que en verdad necesita ayuda y acompañamiento. El Instituto Secular Servi Trinitatis ya ha comunicado por medio de sus autoridades que había detectado a tiempo los problemas emocionales de esta persona y las mentiras e historias que armaba en torno a sus supuestas enfermedades, le dieron la ayuda necesaria y le pidieron con extrema caridad que se alejara del Instituto ya que no tenía vocación a la vida consagrada. Una Imaginación de película para una declaración que según los que estaban presentes dejó atónitos e impresionó a muchos. Yo me pregunto ¿Cómo un abogado serio puede llevar a declarar a una persona con semejantes argumentos y no sentir vergüenza o sentirse en ridículo?. Bueno en esta vida hay lugar para todo y Dios lo permite. Esa declaración sería clave para que el Juez diera por cerrado el caso en favor de los sacerdotes y el Instituto, solo hay imaginación.
Pbro. Sergio Soria
Guatraché.

1 comentario:

emanuel dijo...

Al Reverendo Padre Sergio Soria:
A vuestra autoridad no le corresponde juzgar el papel de la justicia civil, ya que vuestro fuero se limita al servicio pastoral y desde el Concordato de 1968 nada mas a la autoridad eclesiastica competente( los obispos) se le otorgan ciertos privilegios en cuanto a su autoridad moral, respetando aquella tradicion, del Real Patronato en que los obispos podian iluminar en documentos privados a los jueces.
Como participe en la mision de vuestro pastor, se debe limitar a las funciones de pastorear a su comunidad y no hacer declaraciones sobre la justicia civil ya que esta debe poseer tiempo y discernimiento. Esto no avala la mediatizacion ridicula de los medios pampeanos.
El proceso de la justicia debe garantizar la proteccion de las personas involucradas y no debe ser a vuestra solicíta caridad el juzgar a esta mujer, ya que las realidades de las comunidades religiosas no corresponde enunciar a los miembros del clero secular sino a las autoridades religiosas, al ordinario diocesano y al comisario o delegado investido por este ultimo.
Es de rezar que los reverendos padres sean declarados inocentes de dichos cargos. Pero esto tambien nos invita a hacer conscientes que pueda haber dentro de la realidad humana de la iglesia, delitos que puedan denigrar a la persona, los cuales deben ser reconducidos a actos de virtud y caridad.