De nuevo la conocida herejía pampeana mostró sus garras a través de su vocero periodístico. “La Arena” publicó hoy un articulo titulado: “Investigan a secta católica que somete a jóvenes pampeanos”.
La denominada así herejía (si un Instituto de la Vida Religiosa lo llaman "secta católica") nació en La Pampa alrededor del diario “La Arena” (de aquí el nombre), basándose en la popular superstición, tan moderna como infantil, de que todo lo impreso, particularmente usando hermosas y sabias palabras, es cierto.
La profesión del periodista, del que junta y relata fielmente la información sobre lo ocurrido, se ha transformado en función de enseñar a los lectores lo que deberían pensar y hacer.
Presentarse como predicadores de la ética y moral propia, según sus criterios, es justamente la base de la herejía: enseñar a la gente lo que es bueno y lo que no lo es.
La herejía consiste entonces en: creer como verdad absoluta lo que “La Arena” escribe y publica sobre la Iglesia Católica. Los lectores que son católicos, bautizados, caen en dicha herejía guiándose y creyendo en todo lo que el diario enseña sobre la fe católica.
La posición privilegiada de poder difundir masivamente sus ideas teniendo en sus manos el monopolio para enseñar, realmente hace más grave dicho movimiento herético, sobre el cual se esta investigando en la actualidad.
Entre los métodos usados para sus fines de propaganda se encuentran: incitar o inventar las exposiciones o denuncias judiciales para darles luego una difusión extensa en su diario, llenando así su espacio como anzuelo atractivo para el pueblo (como lo vivi en carne propia) .
Como un periodista no es ninguna autoridad moral, ni líder religioso o político, tampoco ningún especialista en alguna disciplina (a lo mejor en deportes o automovilismo), más de lo mencionado anteriormente: de juntar y relatar fielmente la información, un buen observador que sabe escribir nada más, necesariamente es un ignorante, un diletante en materia de la religión. (Para consultar temática religiosa hay que dirigirse a los periodicos especializados en esta materia.)
Por lo tanto: considerarlo y creerlo una autoridad, permitirlo que enseñe a otros, es realmente una superstición, una herejía, en la cual no son pocos que caen.
La denominada así herejía (si un Instituto de la Vida Religiosa lo llaman "secta católica") nació en La Pampa alrededor del diario “La Arena” (de aquí el nombre), basándose en la popular superstición, tan moderna como infantil, de que todo lo impreso, particularmente usando hermosas y sabias palabras, es cierto.
La profesión del periodista, del que junta y relata fielmente la información sobre lo ocurrido, se ha transformado en función de enseñar a los lectores lo que deberían pensar y hacer.
Presentarse como predicadores de la ética y moral propia, según sus criterios, es justamente la base de la herejía: enseñar a la gente lo que es bueno y lo que no lo es.
La herejía consiste entonces en: creer como verdad absoluta lo que “La Arena” escribe y publica sobre la Iglesia Católica. Los lectores que son católicos, bautizados, caen en dicha herejía guiándose y creyendo en todo lo que el diario enseña sobre la fe católica.
La posición privilegiada de poder difundir masivamente sus ideas teniendo en sus manos el monopolio para enseñar, realmente hace más grave dicho movimiento herético, sobre el cual se esta investigando en la actualidad.
Entre los métodos usados para sus fines de propaganda se encuentran: incitar o inventar las exposiciones o denuncias judiciales para darles luego una difusión extensa en su diario, llenando así su espacio como anzuelo atractivo para el pueblo (como lo vivi en carne propia) .
Como un periodista no es ninguna autoridad moral, ni líder religioso o político, tampoco ningún especialista en alguna disciplina (a lo mejor en deportes o automovilismo), más de lo mencionado anteriormente: de juntar y relatar fielmente la información, un buen observador que sabe escribir nada más, necesariamente es un ignorante, un diletante en materia de la religión. (Para consultar temática religiosa hay que dirigirse a los periodicos especializados en esta materia.)
Por lo tanto: considerarlo y creerlo una autoridad, permitirlo que enseñe a otros, es realmente una superstición, una herejía, en la cual no son pocos que caen.