En 1993 estaba llegando a la ciudad de Santa Rosa para poner mis pies por primera vez en la diócesis. Pensé que al llegar tenía que preguntar a alguien en donde quedaba el Obispado, por que no tenía la menor idea donde ir. Cuando llegué había un sacerdote de traje mirando la llegada del “Chevallier” y descubrí que era el mismo Obispo quien me esperaba, que alegría sentí en ese momento. Allí comencé a descubrir en Mons. Bredice a un hombre sencillo y un verdadero párroco de sus sacerdotes y parroquias. En todo el tiempo que me tocó vivir con él experimenté el gozo de sentir que estaba al lado de un Pastor, un Padre y un amigo. Como Pastor se ocupó de mi preparación para el ingreso al seminario invitándome a leer la vida de sus santos predilectos “Santo Cura de Ars, Manuel Gonzalez, San Francisco Javier, San Pablo y muchos libros más, nos levantábamos temprano para caminar hasta las sala de velatorios y me hizo conocer muchos pueblos de la Pampa cuando lo acompañaba en las confirmaciones y allí con él descubrí lo grande que es la Diócesis y la gran necesidad que había de sacerdotes... Como Padre y amigo compartíamos muchos momentos de caminatas por la larga avenida Luro antes de retirarnos a descansar. Rezábamos juntos cada mañana y me enseñó lo importante que es tener un rato con el sagrario cada mañana y la profunda devoción que un sacerdote debe tener en la Eucaristía y la liturgia de las horas. Fueron unos meses que nunca voy a olvidar. Me regaló el Don, inmerecido, del sacerdocio el 25 de Junio de 1999, junto con mi hermano Pablo Borgogno. Como sacerdote he experimentado más su paternal cuidado y dedicación por que aunque muchas veces le he dado muchos dolores, su paciencia y su corazón de Padre siempre lo mostraron dispuesto a perdonar y a comprender. Nunca nos dejó solos, es incontable las veces que ha visitado las parroquias y a los sacerdotes, las veces que él mismo asumió la responsabilidad de muchas parroquias ante la ausencia o enfermedad de sus sacerdotes, la preocupación de la salud de sus hijos sacerdotes y que estos estén cubierto debidamente con la Mutual del clero, siempre ha hecho lo posible que todos estemos al día en relación a esto. No podremos olvidar sus largas catequesis en las homilías de las confirmaciones, sus frases más clásicas como “Prefiero que sea bataclana…”, “La vocación de un Hijo es un honor para la familia”, “Las famosas estampitas en la pieza del nene”. Innumerables frases que nos han hecho reír y aprender de su espíritu catequístico de párroco y pastor. Nos enseñó que para un sacerdote lo fundamental es la Gloria de Dios y el bien de las almas, nos enseñó una vida de pobreza, sencilla, abnegada, muchas veces sacrificada y totalmente desinteresada, se comprometió a defender la vida desde el inicio de la concepción y jamás tubo miedo de predicar la verdad con el Evangelio. No estoy despidiendo al Sr. Obispo de la Diócesis de Santa Rosa, estoy despidiendo a quien fue para mí un Pastor, un Padre y un amigo, jamás podré olvidarlo. En su carta que hemos recibido con profunda emoción en estos días se puede leer: “Jesucristo ayer, hoy y siempre” ha sido durante estos 16 años, el lema que acompañó mi servicio a la Iglesia. Mi persona es débil y frágil, pero el amor es más fuerte. El se ha valido de este instrumento para hacerse presente en tantos corazones. Jesucristo ha sido la fuente y el culmen de mi labor cotidiano, mi consuelo y fortaleza, y desde ahora en adelante mi descanso”. Querido Monseñor yo le doy gracias a Dios por haberme regalado un Obispo así y le Pido que su corazón siempre sienta estar cerca de aquellos por los que se dedicó tanto en esta Pampa. Dios me lo bendiga, nunca lo olvidaremos.
Su Hijo sacerdote
Padre Sergio Soria
Guatraché
Su Hijo sacerdote
Padre Sergio Soria
Guatraché
No hay comentarios.:
Publicar un comentario